El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha defendido hoy la «legalidad» y la «legitimidad» de la intervención militar en Libia, que, ha dicho, se basa en «un principio humanitario» y no busca expulsar al coronel Gadafi del país, sino «poner fin al genocidio contra su pueblo». «Hemos dado un paso de relevancia histórica: proteger a un pueblo», ha dicho.
Lo de este señor no tiene nombre. Un señor que entró en el gobierno abanderando el NO A LA GUERRA, y el NO MÁS MUERTES POR PETRÓLEO, quiere ahora hacernos creer que su interés está en salvar al pueblo libio de un genocidio, y no en ese mismo petróleo. Unos muertos libios que, caso de estar produciéndose, estarían dándose con el mismo armamento que Zapatero y su gobierno vendieron en su momento al ahora repudiado Gadafi.
Con estos argumentos que sólo los muy estúpidos pueden ya creer a estas alturas, Zapatero ha pedido al pleno del Congreso autorización para que los militares españoles participen un mes en el control de la zona de exclusión aérea y tres meses en el embargo de armas. ??El mensaje, ha dicho, sigue siendo el mismo: «Mientras exista riesgo de que el régimen ataque a su pueblo, se aplicará la fuerza necesaria para impedirlo».
Sin embargo, Zapatero no va a pedir al Congreso español que se pronuncie sobre posibles sanciones a aplicar a los gobiernos de Arabia Saudí, cuyo dictatorial monarca es amigo íntimo de nuestro queridísimo Rey Juan Carlos, a Bharéin, a Yemen, a Omán, y a tantos otros gobiernos amigos que están en este mismo momento masacrando a sus pueblos de la manera más ruín y cobarde. Tampoco, que se sepa, pedirá una zona de exclusión aérea para que Israel deje de bombardear a la población civil en Gaza. Ni lo hace ahora, hoy que hemos conocido un nuevo bombardeo sobre la franja, ni lo hizo en su momento cuando el gobierno terrorista de Israel asesinó a miles de palestinos inocentes en sus propias casas.
Según ha explicado también el manijero del gobierno español, ambos plazos son prorrogables y, «si las necesidades de la operación internacional lo exigiesen, el Gobierno acudirá de nuevo a solicitar la autorización de la Cámara».El presidente ha concretado los objetivos de la intervención:garantizar la zona de exclusión aérea y asegurar el embargo decretado por la ONU. Para ello España ha aportado 5 aviones, 4 cazas F-18, un avión de reabastecimiento Boeing 707, todos ya operativos e integrados en el dispositivo coalición. También se han facilitado medios navales: las fragatas Méndez Núñez, Ferrol, Tramontana y Cartagena.
Por supuesto, tampoco hemos escuchado a Zapatero una sola palabra de condena a los contínuos muertos causados por los aviones de la OTAN en suelo afgano o paquistaní, donde no hay semana en que no se den a conocer decenas de muertos inocentes a causa de los «errores» en la puntería de las «bombas inteligentes» de las fuerzas ocupantes. Cuando menos, visto lo visto, el señor Zapatero, tan preocupado por los civiles inocentes en el mundo, debería haber sacado hace ya mucho las tropas del ejército español de esa otra guerra imperialista, en respuesta a este asesinato masivo de civiles inocentes, si tan cierto fuera su preocupación por la vida y la seguridad de dichos civiles inocentes en el mundo. Pero es obvio que el interés de Zapatero en esta guerra, como en su momento el de Aznar en Iraq, dicta mucho de estar en temas humanitarios, salvo que por humanitarismo entendamos apoderarse y apropiarse del petróleo libio aun a costa del asesinato masivo de civiles inocentes a consecuencia de los bombardeos imperialistas.
«Hasta ahora (la misión) ha surtido efecto, al menos parcialmente. Parece que se han detenido los ataques indiscriminados y, eventualmente, se ha producido algún repliegue. Pero el mensaje sigue siendo el mismo: mientras exista el riesgo de que Gadafi vuelva a atacar a su pueblo aplicaremos la fuerza necesaria para impedirlo», ha concluído Zapatero.
¿Se puede ser más hipócrita? Zapatero «el guerrero» ya tiene su batalla imperial. Nosotros, sin embargo, que no tenemos acciones de REPSOL ni intereses económicos de ningún tipo que defender con la muerte de civiles de inocentes en Libia ni en ningún otro país del mundo, seguimos diciendo lo mismo que le dijimos al terrorista de Aznar:
NO A LA GUERRA! NO EN MI NOMBRE!
Kaos. No la guerra!
Gritos de `No a la Guerra´ desde las tribunas del Congreso (Ver video)
Insurgente/Kaosenlared
En el momento que el presidente de la Cámara, José Bono, levantó la sesión, un grupo de ciudadanos alzó su voz desde las tribunas en nombre de cientos de miles.
Los cuatro ciudadanos que gritaron «No a la guerra» desde las tribunas de invitados del Congreso en protesta por el aval del Parlamento a la intervención militar en Libia no podrán ser encausados, al contrario de lo que ocurrió el pasado mes de diciembre con Willy Toledo y los activistas saharauis. La diferencia es que el incidente de este martes se produjo una vez levantada la sesión.
El pasado 2 de diciembre, el actor Guillermo Toledo y otros miembros de grupos prosaharauis fueron desalojados de la tribuna de invitados del Congreso al interrumpir la sesión plenaria para protestar a gritos contra la actuación de Marruecos y del Gobierno español en relación con el Sáhara Occidental. Hora y media después, fueron sacados del recinto parlamentario en furgón policial acusados de un delito de alteración grave del orden público por el que siguen imputados.
Aquel incidente motivó que, desde hace unas semanas, el Congreso reparta entre sus invitados unas octavillas recordando que el Parlamento es inviolable y que alterar sus sesiones está tipificado como delito en el Código Penal.
Los invitados al debate sobre Libia recibieron esas mismas octavillas y, aprendida la lección, comenzaron a gritar «No a la guerra» una vez que la sesión plenaria había concluido. De inmediato fueron desalojados: «Socorro», «Soy una ciudadana libre», gritó una de los activistas. Tras su desalojo, las fuerzas de seguridad tomaron los datos de los invitados, que resultaron ser miembros de la plataforma «No a la Guerra» .
Gritos de `No a la Guerra´ desde las tribunas del Congreso (Ver video)
Insurgente/Kaosenlared
En el momento que el presidente de la Cámara, José Bono, levantó la sesión, un grupo de ciudadanos alzó su voz desde las tribunas en nombre de cientos de miles.
Los cuatro ciudadanos que gritaron «No a la guerra» desde las tribunas de invitados del Congreso en protesta por el aval del Parlamento a la intervención militar en Libia no podrán ser encausados, al contrario de lo que ocurrió el pasado mes de diciembre con Willy Toledo y los activistas saharauis. La diferencia es que el incidente de este martes se produjo una vez levantada la sesión.
El pasado 2 de diciembre, el actor Guillermo Toledo y otros miembros de grupos prosaharauis fueron desalojados de la tribuna de invitados del Congreso al interrumpir la sesión plenaria para protestar a gritos contra la actuación de Marruecos y del Gobierno español en relación con el Sáhara Occidental. Hora y media después, fueron sacados del recinto parlamentario en furgón policial acusados de un delito de alteración grave del orden público por el que siguen imputados.
Aquel incidente motivó que, desde hace unas semanas, el Congreso reparta entre sus invitados unas octavillas recordando que el Parlamento es inviolable y que alterar sus sesiones está tipificado como delito en el Código Penal.
Los invitados al debate sobre Libia recibieron esas mismas octavillas y, aprendida la lección, comenzaron a gritar «No a la guerra» una vez que la sesión plenaria había concluido. De inmediato fueron desalojados: «Socorro», «Soy una ciudadana libre», gritó una de los activistas. Tras su desalojo, las fuerzas de seguridad tomaron los datos de los invitados, que resultaron ser miembros de la plataforma «No a la Guerra» .