Grande y mejor jurista Javier Ramos Sánchez, en su trabajo «La legítima violencia» de los que de verdad necesitaremos para levantar la auténtica justicia obrera y popular universal, felicidades por la pedagogía y la honesta sinceridad intelectual, hoy en día ganga en el mercadillo mediático y que decir de Ángeles Maestro en «El orden reina… por ahora« con su esperanzador odio de clase, que debemos alimentar cual llama sagrada, en tanto arden las conciencias de los que de verdad padecen el mayor sufrimiento mental y físico acumulado en más muertes que veces respiramos.
Habiéndome desgañitado desde estas perdidas islas africanas, españolizadas, europeizados y OTANizados a la fuerza, por poner en valor, hoy vacua expresión por lo tan usada inútilmente (poco puede poner en valor el que no tiene el valor intelectual de la sinceridad aunque le cueste la cárcel), la heroicidad del pueblo Euskaldum y su vanguardia revolucionaria en la desigual lucha con el cada vez más fascista Estado opresor Español, frente a los tibiecitos y pusilánimes dirigentes de partidos autoproclamados comunistas, revolucionarios e independentistas de las más desafortunadas islas, que sin identidad y los que pueden desarrollarla debatiéndose ad eternum entre colonia o champú; no les queda más que Kaos como consuelo.
Algunos comentaristas sen quejan de que puede haber «maderos» y que debemos cuidar el lenguaje, pues bueno que vayan cerrando el «internet» y como el propio Mandela decía que quien esta preso no puede negociar en libertad, validando a su propio pensamiento de que el débil tiene derecho a usar las mismas armas que los opresores por muy poderosas que sean, y cualquier marxista por inculto que sea sabe que los oprimidos no pueden dejar de serlo salvo con la insurrección armada y violenta contra los opresores, en palabras de mi papá, «al niñ@ hay que destetarlo y cuanto más grandito más difícil se hace y más violento es el destete, con llantinas, perretas, pataletas, rotura de cristales, juguetes y hasta espumarajos, pero la buena madre por violenta que sea ha de proceder con diligencia al destete por el bien del hij@ y el suyo propio», por no repetir lo de la partera del viejito Marx.
Y desde estas insulares tierras, este pobrecito hablador y la pobrecita habladora que le hace la vida agradable, con cada vez más insurrectos nos atrevemos a responder que si, rotundamente si están en su derecho los gudaris vascos a usar las mismas armas que sus opresores, aunque el código Penal nos prohíba responder afirmativamente, más terrorismo que 24 muertes x minuto, es imposible concebir.
Reclamamos la libertad, ¡¡YA!!, Para Arnaldo Otegi y demás presos políticos Euskaldunes, sin ningún requisito y menos renunciar a lo que es irrenunciable, sus ideas y las de tantos que han ennoblecido a la humanidad luchando y dando su propia vida por un mundo que no dé cabida al canibalismo más atroz de los conocidos hasta ahora.
Que “los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos” es cierto, pero tan cierto como que el hambre, y más con tal sufrimiento acumulado, aguza el ingenio y de eso se trata, de ingeniarnos para convertirnos en verdaderos sujetos catalizadores de revoluciones mentales que alivien el inmenso dolor mental y físico con la rabia revolucionaria como la mejor terapia colectiva frente a la docilidad ñoña e infantil del oficialismo sindical y político.
Que este berrinche que empieza a despuntar se convierta en rebelión depende bastante de las condiciones subjetivas, de nuestra capacidad de unir al campo obrero y popular, del necesario frente de izquierdas soberanistas del estado capaz de editar una prensa diaria que permita ganar la batalla de las ideas a diario en tajos, fabricas, barrios, pueblos, etc. y la gran «bestia negra» entre los actuales chiringuitos anticapitalistas, una opción unitaria clara y definida, también en su mascarada de democracia, que se convierta en el polo que aglutine al inevitable sujeto histórico que parirá una sociedad que responda auténticamente al concepto de humana, eliminado de raíz canibalismo y capitalismo al menor coste posible para el planeta y sus moradores.